jueves, 5 de marzo de 2009

HABLA LA NECEDAD


¿Por qué será?, pero cada vez nos encontramos más y más textos que nos producen un intenso dolor de cabeza sólo el intentar comprenderlos y tener que descifrarlos. Nos referimos a aquellos en los que tras diez minutos de lectura, te pasas nueve pensando en otra cosa, y no porque no sean interesantes, sino porque el lenguaje utilizado por el autor está lleno de palabras…¿raras? A veces me pregunto si el que escribe así también habla de la misma manera.

Esto me recuerda a cuando lees un texto en inglés y tienes el diccionario al lado para buscar las palabras que no entiendes, pero en este caso es aún peor, porque no estamos hablando de otro idioma, en fin.

Escribir bien no debe ser fácil, darse a entender de forma clara, en pocas palabras y de fácil comprensión, hay que ser un buen escritor y/u orador para ello. Es un ejercicio complicado escribir para que todo el mundo lo pueda comprender, pero lo es más escribir de manera que sólo unos pocos lo entienden, o eso dicen ellos. Pero bueno, tampoco hay porque complicar las cosas porque sí. No entiendo porque se necesita un diccionario de sinónimos para sustituir palabras simples por otras más “cultas”, ¿de verdad así parece que sabes más de lo que hablas?...si tú lo dices.

Espero haberme explicado con claridad.

Transcribimos aquí uno de los capítulos del libro “Elogio de la locura” de Erasmo de Rotterdam, en el cual habla la necedad:

CAPÍTULO VI

LA NECEDAD IMITA A LOS RETÓRICOS

“Quiero imitar con esto a los retóricos de nuestro tiempo, que se creen dioses con sólo mostrarse con dos lenguas, como la sanguijuela, y que piensan hacer maravillas encajando de cuando en cuando en sus discursos latinos algunas palabras griegas, con las que hacen, aunque no vengan a cuento, una especie de mosaico.

A falta de términos exóticos, desentierran de algún viejo pergamino cuatro o cinco palabras anticuadas, cuya oscuridad ofusque a los lectores, para que aquellos que las entiendan se complazcan más y más con ello, y los que no, los admiren tanto más cuanto menos comprendan. Porque conviene que sepáis que mis fieles aceptan una cosa tanto mejor cuanto de más lejos viene, y éste es uno de sus mejores placeres. Y si entre ellos hubiese algunos más vanidosos, rían, aplaudan y muevan, como el asno, las orejas, que con ello tendrán más que suficiente para hacer creer a los demás que lo comprenden a maravilla, aunque en el fondo no entiendan ni una palabra. Y basta de esto. Volvamos ahora a nuestro tema.”


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